domingo, 8 de abril de 2012

PEQUEÑA CRONICA DEL TERCER SÁBADO SANTO.

Otro Sábado Santo para recordar y para marcar como realizado.
Para recordar por muchos motivos, algunos buenos y otros no tanto.
Desde el Viernes Santo intentaba quitarme de la cabeza que Carlitos, Carlos Ortiz, no estaría entre nosotros este año, y que no se me podía olvidar dejar su hueco en la formación de la batería, para que desde el cielo viera que no nos habíamos olvidado de él.
Este año cambiaba la corneta por la corbata, que envidia... pero los halagos al Pequeño Imperio, suplieron el vestirme este año de Músico.
Mi hija María del Sol, se vestía por primera vez de ruan verde, pensaba que con 11 años recién cumplidos, no aguantaría, pero no fue así, hizo el recorrido entero, demostrándole a muchos hermanos "de los viejos", lo que es querer a su Hermandad y cuál es su obligación.
Mi chica, Elenita, otro año más de monaguillo, volviendo locas a las "paveras" y Elena, mi mujer, parriba y pabajo con el avituallamiento, eso sí que es penitencia.
Vi a mi Pepe López del alma antes de salir y me dio mucha alegría, se ve que el último achuchón le ha dejado un poquito debilitado, pero ahí estaba, sin faltar a la cita anual.
La sorpresa del día fué ver a Julio y a Julito, creo que nadie lo esperaba y fué una verdadera alegría y una sensación muy agradable que permaneció en mí durante todo el recorrido.
La espontanea aparición de los Escoltas del Sol en el Arco del Postigo mientras la Banda Varón de Dolores interpretaba Bendición, fué un verdadero detalle que los niños... y no tan niños, no olvidarán jamás.
Muchos nervios al entrar en la Carrera Oficial, ya que "mi banda" la Banda Varón de Dolores, era la primera vez que entraba en Campana. Pues nada, llegó y triunfó, Cristo del Amor y Bendición la apadrinaron.
A la vuelta, a la altura de Pedro de Castro, me acerqué a ver a mis mujeres, que ya venían cansadas, y a Los Jefes. El Varón de Dolores, imponente como siempre, que con esa corona de espinas que estrenaba, parecía aun más humano si cabe, y la Madre del Sol, en buena compañía, deseando de llegar a su casa para esperar la Resurrección de su Hijo.
He vivido momentos muy bonitos en todo el recorrido que para mí se quedan, he visto a amigos que hacía un año que no sabía de ellos, y así seguirá, de Sábado en Sábado Santo.
Y por otro lado, vi a muchos hermanos, que me gustaría haberlos visto de ruan, o al menos, entre nosotros, construyendo.
Dios dirá quién estará el próximo Año en el cortejo, espero que al menos seamos los mismos.
Muchas gracias a los que han hecho posible ese sueño que tarda en cumplirse un año.